Alberto García gestiona una explotación de 1.700 animales en Olmedo (Valladolid) y exporta el 95% de la leche que produce / Cree en un modelo ‘empresarial’ en el que el producto no pierda valor añadido
Se define como un «innovador» dentro del sector primario, que defiende con uñas y dientes. Alberto García Torés, que este año cumplirá 47 años, tuvo siempre muy clara su ‘hoja de ruta’ desde que en el año
2.002 puso en marcha una explotación de ovino en la localidad vallisoletana de Olmedo.
Ni siquiera la crisis de precios con la que llegó al sector pudo frenarle en este empeño. Por eso, desde el primer momento buscó la «diferenciación» de sus productos, ofreciendo un valor añadido.
«Nadie hace referencia a la materia prima y esto debe cambiar», afirma.
En sus catorce años como ganadero, desde que nació esta idea empresarial, no ha parado de investigar en su granja, siempre buscando el cuidado del medio ambiente y el bienestar animal.
Actualmente, lleva año y medio trabajando en otro proyecto novedoso e innovador y ‘maquinando’ otros muchos más.
Se trata de introducir la leche de oveja en productos de cosmética. Ya ha hecho las primeras pruebas, aunque espera seguir investigando en esta materia en los próximos meses en un proyecto que, de momento, es privado y que él mismo costea. El objetivo es que en el año 2017 estos productos ya estén en el mercado con su propia marca.
Un proyecto más que se suma al realizado anteriormente para producir leche de oveja con Omega 6 o el que llevó a cabo basado en la producción de lechazos con propiedades saludables y menos grasas saturadas, en el que de nuevo volvió a ser pionero. De hecho, ahora tiene en mente otra idea para introducir en las raciones de alimentación de las ovejas aceite de oliva. Y es que este profesional insiste en que «según alimentas a los animales, la leche tiene unos u otros perfiles y eso «influye en la alimentación del ser humano. Por eso, ya ha
iniciado los contactos con alguna empresa interesada.
«En el ovino hay que intentar innovar, no ser uno más». Esa es su premisa y base de todos los trabajos desarrollados en la granja en su trayectoria en este sector.
Alberto cuenta en estos momentos con 1.700 animales, de los que 700 son futuras reproductoras.
Aunque ha exportado también sementales y reproductoras a Italia, Chipre, Albania o Bulgaria, entre otros países, este año no lo va a hacer ya que el objetivo es llegar al 2017 con 2.500 animales en su explotación.
En el 2015 comercializó 480.000 litros de leche, de los que exportó el 95%, sobre todo a Portugal. El
resto, junto al excedente que produce, lo coloca en queserías artesanales buscando precisamente esa «imagen
y garantía de marca». Su objetivo este año es aumentar este porcentaje hasta el 20%-25%, en ese camino por poner en el mercado productos elaborados con leche más saludable con métodos totalmente «innovadores». y con marca propia.
Sobre el futuro del sector, es tajante:
«el modelo de trabajo debe ser más empresarial, el ganadero tiene que dar mayor valor añadido al producto». En este sentido, alerta ante la posibilidad de que el ovino se convierta en una «fotocopia» del vacuno de leche.
«Hay que aprender de sus errores», asegura. Es más, cree que el «mal endémico» es el propio sector ya que «nunca ha hecho nada por cambiar las reglas de juego».
Sobre la anunciada Plataforma de Competitividad del Ovino planteada en Castilla y León, y en la que se trabaja desde la administración autonómica, este ganadero vallisoletano apuesta por tres líneas básicas: «un modelo empresaria basado en la innovación y la diferenciación con nuevos nichos de mercado».
Todo ello, dice, aportará calidad al sector y al ganadero y favorecerá el relevo generacional que no llega. Para que esta situación cambie, aboga por eliminar lo que califica como «debilidades» del sector: «creernos imprescindibles y saber tener gente a nuestro cargo». Si el ovino sigue siendo un trabajo de 365 días, «nuestros jóvenes seguirán prefiriendo trabajar en una fábrica en lugar de en el sector», afirma.
Comentarios recientes