La granja AGM crea, con el respaldo de Azucarera e Itacyl, una fórmula «innovadora» que mejora la flora intestinal de los animales / Este producto, que saldrá al mercado en unos diez días, aumenta la inmunidad y reduce la necesidad de fármacos
Casi una década lleva parpadeando la luz de alerta sobre la venta de antibióticos para animales, en la que España se lleva el oro. El abuso con los mismos, incluso sin mediar enfermedad, genera bacterias resistentes que pueden llegar los humanos a través de los alimentos y, consecuentemente, plantea un perjuicio para la salud pública. Es cuestión de tiempo que Europa eche el freno definitivamente a su uso preventivo. En la antesala de esta prohibición, la granja de desarrollo ovino AGM, ubicada en el municipio vallisoletano de Olmedo, ya ha hecho un jaque mate a estos medicamentos.
La filosofía que abandera la explotación que regenta Alberto García es la utilización de «productos naturales para solucionar los problemas del día a día». Esta es la línea que sigue a rajatabla desde hace ocho años cuando se marcó el reto de encontrar una alternativa a la administración de fármacos para sus corderos.
Azucarera se subió a este barco hace tres años. «Con su colaboración y el recorrido que ya llevábamos, hemos conseguido un producto totalmente novedoso porque mejora el bienestar de los animales», apunta Alberto para presentar Prebionat. Bajo este nombre se esconde una «estimulación selectiva de la microbiota intestinal» de los rumiantes mediante la «simbiosis de prebióticos extraídos de la remolacha y plantas medicinales.
¿Dónde está la magia en esta poción? En que alimenta la propia flora intestinal del animal sin tener que aportar probióticos externos. «Eso es lo normal, también ocurre en los humanos. Lo que hacemos nosotros es dar de comer a las bacterias que ya están en el intestino», explica para añadir que, además de sacar provecho a las beneficiosas, el bálsamo que llevan las plantas elimina las patógenas y parte del metano que es producido por los rumiantes.
Cuando Alberto tiene que explicar el funcionamiento de Prebionat en conferencias, plantea un escenario con dos ejércitos. «En la tienda de campaña donde están los buenos hay comida suficiente, mientras que los malos no tienen capacidad para alimentarse», escenifica antes de desvelar el desenlace de esta batalla interna: «el espacio de una bacteria patógena acaba siendo colonizado por una beneficiosa». En conclusión, con el consumo de este complemento a su alimentación diaria, el propio animal aumenta su sistema inmunológico.
Simbiosis
El secreto de esta receta está en la «simbiosis» de todos sus ingredientes. «Sin los prebióticos de la remolacha, que al final son azúcares convertidos en fibra, Prebionat no funcionaría; pero tampoco lo haría si solo estuviese compuesto de fructooligosacáridos», asegura el dueño de AGM.
Con esta «fusión de recetas ancestrales de pastores trashumantes», la granja olmedana consiguió un jarabe «innovador y pionero» que, además, está científicamente probado. «Azucarera puso todo su empeño en que se testase para que no fuese un producto más», agradece. Un empeño que se traduce en 200.000 euros y que introduce en el tablero de juego a su tercer protagonista: el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl), encargado de este certificado. «Más que por el coste económico, las pruebas científicas han sido duras por el trabajo que exige la secuenciación de los millones de bacterias que hay en el intestino y, para ello, permanecer 24 horas en la granja», reconoce.
Azucarera e Itacyl han sido los bastones en los que Alberto se ha sujetado para hacer frente al esprint final de la carrera de fondo que emprendió hace ocho años y que cruzará la línea de meta a mediados de este mes, cuando empiece la comercialización de Prebionat. El ensayo, que sustituía las probetas por la labor diaria en la explotación, arrancó en enero de 2017.
Para llevar a cabo un estudio científico a rajatabla, eran precisos dos grupos: el que recibía el prebiótico y el de control, que continuaba con el sustitutivo lácteo habitual. Cada equipo estaba compuesto por 80 corderos lechales de raza assaf. «Lo que se hacía era contrastar resultados: cuánto habían crecido unos y otros, cuántas bajas se registraban en un lado y en el otro, o qué microorganismos existían en su flora», ejemplifica Alberto. Los animales eran pesados una vez por semana y el ensayo se repetía cinco veces al año, hasta su conclusión a finales del pasado.
«Al final, a los integrantes del grupo de control tuvimos que tratarles con antibiótico a todos porque sino se morían», asevera para puntualizar que en el otro caso solo fue necesario recurrir a los fármacos con un 2%. Pero la cosa no acaba ahí. Para cubrir todas las posibilidades, las madres que parían también se diferenciaban por la toma o no del producto. Con esto, se planteaban cuatro subgrupos en los recién nacidos para «abarcar así todos los posibles beneficios o prejuicios» de Prebionat.
Durante los dos años que duró el estudio, las ventajas de su consumo fueron saliendo a la palestra, como una ganancia diaria de peso superior que se traducía en «una menor duración del periodo de lactancia y una salida de la explotación hacia el matadero más temprana». Los corderos mejoran sustancialmente su inmunidad por lo puede hablarse de la eliminación del consumo de antibióticos. «No hay que usar jeringas porque el suministro es vía oral, por lo que desaparece el estrés que genera en los animales el tener que pincharles», apunta para concluir aseverando que su salud da un giro de 180 grados.
Revolución
Lo revolucionario de Prebionat «no es solo el producto en sí, sino que esté probado y testado científicamente». Este empresario de Olmedo asegura que nace a contracorriente. «Normalmente, un laboratorio crea una fórmula y para experimentar con los animales tienen que contratar una granja, partiendo de la base de que casi ninguna se ofrece porque el esfuerzo es brutal», contextualiza para hacer ver que AGM lo ha hecho «al revés» con ocho años de pruebas e intentos, también fallidos, y una inversión de 300.000 euros.
Alberto confía en que Prebionat tiene «una proyección de futuro muy grande». Dos motivos respaldan esta certeza: el interés mostrado por países como Alemania y la salida al mercado en este momento. «Nadie hubiera apostado por él hace cuatro años», sentencia para apuntar a la legislación, que solo permite el uso de antibióticos prescritos. «Esto produce un cambio de mentalidad radical en las granjas, los distribuidores y, sobre todo, los veterinarios», asegura este defensor de lo natural antes de añadir que la «concienciación que hay ahora favorece el impulso de productos como este».
La proyección de Alberto contempla un especial efecto rebote para la Comunidad puesto que, considera, garantiza la «viabilidad» del sector remolachero. «Si lo hacemos bien, Prebionat será un factor estrella que conseguirá posicionar a la remolacha donde estaba, como uno de los ejes estratégicos de Castilla y León», estima y lo hace sabiendo de lo que habla. Este empresario carga a sus espaldas con más de 30 proyectos de investigación, cuyo factor común es preservar el bienestar animal.
Cuando se puso a los mandos de esta granja de desarrollo ovino, en 2004, Alberto se percató de la «falta de innovación» que reinaba en el sector. De ahí su apuesta decidida por este factor que le ha permitido cumplir con creces su objetivo, «pasar de ser un oficio a una empresa». En concreto, una empresa «referente a nivel internacional como granja industrial sostenible» que lleva la innovación en su ADN.
Colaboración
Galicia fue en escenario en el que fraguó la relación entre AGM y Azucarera. La primera «toma de contacto» entre ambos fue a través del suministro de la pulpa de remolacha. La valoración que la filial de British Sugar realiza de esta conexión, que se estrechó hace tres años de la mano de los prebióticos que tiene Betalia –marca a través de la que pone en valor su principal materia prima– es «absolutamente positiva». Su responsable de desarrollo de estrategia de mercado define a Alberto como una «persona increíblemente proactiva» que puso a su disposición tanto la granja como sus ideas y contactos. «Cualquier ensayo que esté avalado por el Itacyl, para Azucarera y para todos los ganaderos de la Comunidad, conlleva un nivel de fiabilidad muy grande», asegura Silvia Fernández Lara antes de aclarar que «proporcionar el producto y la financiación» son los «pasos fundamentales» que ha dado su empresa dentro de esta «perfecta colaboración».
A su juicio, Prebionat llega al mercado con un «beneficio mutuo» para sus impulsores pero también para Castilla y León. «En primer lugar porque devolvemos al campo lo que es del campo», apunta para después remarcar que para Azucarera «la economía circular y de sostenibilidad son primordiales». Como segundo aspecto positivo, Fernández Lara sitúa la «solución a la realidad» que ahora mismo hay en la ganadería. «A nivel legislativo es posible que en los próximos años prohiban los antibióticos preventivos», recuerda.
En cuanto a los propios ganaderos, la responsable de Azucarera explica que el beneficio «no será tanto a nivel económico» puesto que frente al ahorro de los antibióticos estará el gasto del producto. Coloca la mayor ganancia en la «reducción considerable de las bajas de animales» e insiste en que lo que hace Prebionat es «adelantarse a la legislación».
Por su parte, el director general del Itacyl define el Prebionat como «alta calidad en el contexto de la bioeconomía». Es decir, como la propia definición del concepto indica, lo que busca es «ser sostenible y poder reintroducirse en la cadena de valor con un alto potencial biológico». En este caso, concreta Jorge Llorente, lo hace con «un subproducto de la remolacha azucarera que, con otras materias activas, refuerza el sistema inmunitario de los corderos».
Para Llorente, detrás de esta marca se fusionan «una gran industria que se revaloriza, una ganadería inquieta que está buscando siempre la excelencia en calidad y un instituto tecnológico que da respuestas a las demandas que plantean los productores». Aplaude esta colaboración a tres bandas que persigue «solventar los retos de la innovación» dentro de un mercado con «consumidores cada vez más exigentes que están pidiendo alimentos más sostenibles y más naturales».
Artículo del Diario de Valladolid 6 DE MAYO DE 2019
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