Diego Villacorta – Agronews CyL
18 de Noviembre de 2018

  • En la explotación de ovino vallisoletana trabajan seis personas que han transformado la granja en un centro de análisis de costes y laboratorio de genética.

Alberto García Torés de la Granja de Desarrollo Ovino AGM

De gallinas a ovejas. Así decidieron transformar hace algo más de dieciséis años los terrenos que la familia de Alberto García Torés tenía en Olmedo (Valladolid) y dedicarse de manera profesional al ovino de leche. Fue en el 2004 cuando comenzó la actividad de la Granja de Desarrollo Ovino AGM que puso la primera piedra del desarrollo, su desarrollo; Arrancaron así las obras en los terrenos para adecuar las naves y conseguir, como objetivo final,  la producción que les hiciese vivir de este sector tan de capa caída en la actualidad.

Hoy en día, la explotación cuenta con cinco naves ganaderas de 1.600 metros cuadrados cada una, 300 metros lineales de cintas de distribución para alimentación, una sala de ordeño rotativa con 24 plazas, lechería, con dos tanques de refrigeración de 4.000 litros auto lavables y uno de 700 litros para proyectos de I+D+I y mucho más. Es ese aspecto precisamente, el de la innovación el que hace diferente a AGM del resto de competidores en la comunidad: “actualmente trabajamos en nueve proyectos, hasta 2011 vendíamos la leche a Entrepinares -con la que han vuelto a colaborar este año- pero hacemos proyectos de investigación como, por ejemplo, la modificación de la carne de lechazo” explica el productor a Agronews.

“El sector está preparado para dar el salto internacional”

Se trata, dice, de dar valor al producto que tienen, el del ovino de leche, clave en Castilla y León -el 60 por ciento de la producción nacional se genera aquí-. SIn embargo, las crisis sucesivas del sector, y ésta es una de ellas, le ha hecho reformular su negocio y optar por la exportación de alimentos: “Aunque vendemos al resto de España, cada vez tenemos países más interesados en la leche de oveja y sus derivados como Estados Unidos, Rusia o China, nadie es profeta en su tierra” lamenta. ¿El motivo? El de siempre: “Se sigue vendiendo a pérdidas, no cubrimos los costes de producción y aunque el sector está preparado para dar el salto internacional, falta más promoción nacional”.

Y explica sus argumentos con datos: Asegura que el 40 por ciento de solicitudes y visitantes de su página web son de otros países y les llegan ofertas de países como Brasil para construir una macrogranja en el país sudamericano que le dé la rentabilidad que aquí no tiene: “Es más fácil irse fuera que quedarse aquí, trabajamos 365 días al año y no conseguimos dar valor a nuestro producto” dice. Y va más allá: “ Si mis hijos me dijeran ahora que quieren quedarse con la explotación les mandaría a estudiar a Londres” bromea. No ve el futuro claro, ni siquiera el propio; de hecho, la última opción que baraja es para trabajar como asesor del sector en países extranjeros.

EN TRES DATOS

  • AGM cuenta en la actualidad con unas 1.700 ovejas.
  • La empresa comercializa actualmente más de 600.000 litros de leche cruda de oveja, y 2.300 corderos.
  • La tasa de incremento productivo ha sido de un 25 por ciento en la producción láctea y del 65 por ciento en la venta de carne.

Aún así, Alberto no pierde la esperanza, no en vano lleva más de una década centrado en dar vida a distintos proyectos que den una vuelta de tuerca a un sector cada vez más profesionalizado. Han trabajado en nueve proyectos de I+D+i que van desde conseguir una leche con más vitaminas de forma más natural hasta producción de leche hiperbárica, estudio de presurizados a alta temperatura o, el último trabajo, un proyecto para usar probióticos y no antibióticos en las cabezas de ganado y conseguir así rendimientos mayores en los corderos. Además tienen pendiente otro proyecto para producir jabones y cremas con la leche de oveja.

Una leche que ha suavizado su sabor en los últimos años, que puede competir con la de cabra o vaca, aunque con mejores cualidades y que, a nivel cárnico, goza de beneficios como una menor sensación de pesadez al consumirla o la ausencia de hebras. Esto ha provocado que países como Japón se hayan fijado en la granja que servirá de impulso para trabajar en un sistema de venta de productos precocinados y a baja temperatura, incrementando así la rentabilidad productiva de la explotación.

El futuro, la unidad

Si todo esto pinta tan bien, entonces, ¿qué falla? Alberto García Torés lo tiene claro: “Falta más unidad entre productores e industria, el sector parece centrado en hacer queso puro de oveja cuando igual se piden nuevas gamas, el sabor ahora es totalmente diferente y el consumidor de 30 a 50 años pide cada vez sabores más suaves. El futuro es prometedor, pero lo estamos haciendo mal, hay que seguir invirtiendo en investigación y que la industria conozca nuestras necesidades… y viceversa” explica.

Todo con el fin de evitar que otra crisis futura en el ovino arrastre a los pocos ganaderos que van quedando, cada vez más envejecidos y a pocos años de jubilarse. Todo con el foco puesto en lograr el ansiado relevo generacional: “Las crisis en el ovino de leche no se llevan al menos rentable sino al que más invierte, entonces los ganaderos, a los que les quedan unos años, antes de cambiar de producción terminan superproduciendo. Hay que hacer las cosas de otra manera” advierte.

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