Si intentáramos buscar en internet la definición de “Cortinas Biológicas”, seguramente que no encontraríamos nada sobre este término o como mucho nos podrían intentar vender estores o cortinas, y sin embargo, para todo el equipo que formamos la Granja de Desarrollo Ovino AGM, es un término que usamos frecuentemente.
Se preguntarán ustedes para qué y cómo hemos conseguido hacer una cortina biológica en una granja ligada a un modelo intensivo de gestión con ovejas de leche; pues, como casi siempre, aprendiendo de nuestros errores.
Normalmente una granja, con la base animal de la especie que sea, está ubicada en el medio rural y, consecuentemente, se encuentra rodeada de terreno en el que la naturaleza animal y la vegetal se van desarrollando y “colonizando” las instalaciones, estación tras estación.
Contra esta “invasión verde” intentamos, en un principio, defendernos con la implementación de más zonas hormigonadas, cometiendo un error de novatos del que salimos a raíz del nacimiento de mi segundo hijo “Alberto”. El mismo cambió toda mi forma de pensar, dando un giro brutal hacia un idea de integración natural y sostenible, que nos permitiera compartir positivamente espacio con la naturaleza y no intentar someterla.
Desde entonces empezó en mí una obsesión por la creación de un “Ecosistema” más sostenible, en el que los animales, las plantas y todo el equipo que forma Granja AGM, pudiera disfrutar y beneficiarse. Con esa idea de aliarnos con estos seres vivos con los que compartíamos espacio, es como nacieron en nuestra granja AGM las “Cortinas Biológicas”.
Así, lo primero que hicimos fue eliminar todo el hormigón que habíamos introducido en el perímetro de la explotación para la creación de aceras o zonas limpias y lo sustituimos por 1.500 plantas de romero.
Este ejército verde es el encargado de filtrar el aire que nos llega de las zonas de labor adyacentes. Junto a este ejército añadimos eucaliptos de hoja plateada con el mismo fin; estos eucaliptos no generan un impacto de erosión como lo hace el eucalipto normal, con lo que filtrábamos el aire en sus capas, a mayor y menor altura.
Después, debajo de nuestras enormes ventanas, sembramos como jardineras naturales, plantas aromáticas y medicinales, como, por ejemplo, la hierbabuena, la menta, y más tarde lavanda y tomillo cantueso. Esas plantaciones, tienen una utilidad real que a veces no es entendida, no sólo por la gente externa que viene a visitarnos, sino tampoco por el propio personal de la Granja.
Pero todo tiene un significado en el ámbito del equilibrio que buscábamos. Cuando pusimos en las cornisas de las naves aspersores y difusores, lo hicimos para que llevarán a cabos una doble función; por una parte, enfriar, en verano, los tejados y, por otra, con el agua sobrante, regar las plantas que se encuentran justo debajo. Estas gotas sobrantes al caer encima de nuestras plantas hacen que fluyan todos sus aromas y generan unas “cortinas biológicas” que reducen significativamente el acceso de la mosca común y de los mosquitos, a las instalaciones.
Sin darnos casi cuenta empezamos a tener en nuestra granja unos nuevos inquilinos que nos maravillaron con su presencia, abejorros silvestres, abejas, avispas y mariposas.
En definitiva, hemos conseguido cambiar parte del ecosistema donde nos encontramos, protegiendo a nuestros coderos y ovejas del estrés y de la enfermedad.
En el próximo artículo os explicaremos cómo hemos conseguido que ese objetivo de bienestar se traslade al interior de las naves.